Día Cuatro: Buscando a Superman

Mediodía y las ojeras me llegan hasta el mentón. El trajín del viaje empieza a mostrarse y si no fuera por el dolor de cabeza, el zumbido en los oídos, y la presión en el ojo derecho... hubiera seguido con el mismo ritmo. Debido a esto, la intención llegando a Chicago era dormir, dormir y seguir durmiendo.

Cerca de la 1 pm., cuando ya había preparado la cama (léase, banca en el aeropuerto), el cerebro no dejaba de resondrarme. ¿Cómo se te ocurre? Ciudad nueva y tu encerrado en el aeropuerto... muévete... muévete... muévete...

Te puedes mover por favor.
Shhhh...
Por favor... ¿te puedes mover?
Shhhh... callate, dejame dormir.
Ok... mira... muévete antes de que llame a seguridad.
Ah???

Y mientras el chico de limpieza aspiraba “mi cama” algo dentro mío pudo mas. Y no me refiero a un simple impulso, me refiero a esa fuerza interna capas de cambiar la historia de la humanidad... me refiero al hambre. Y solo un helado valía como 10 us$ en el aeropuerto, así que era hora de buscar mejores rumbos.

A los pocos minutos, estaba montado en la línea Naranja del metro de Chicago con rumbo desconocido. Solo tenia que ser cuidadoso y recordar la ruta tomada para poder regresar por el mismo sitio.

Acto seguido... me quede dormido... ta mare!.

Al despertar, estuve perdido en el espacio por unos segundos. ¿dónde estoy? ¿por qué estoy volando sobre las calles de una ciudad? ¿es esto Metropolis? ¿dónde esta el Daily Planet? ¿eres tu Superman?...

Siguiente estación, Biblioteca.

Y así volví a mi realidad. Seguía en el Metro que transita por puentes sobre la ciudad. Estaba rodeado de oficinas y edificios pero a la distancia pude divisar lo que estaba buscando (no, no era superman).



Cerca de las 3pm, estaba sentado junto al rio de Chicago, comiendo hamburguesas y tomando sol.

Caminando por la ciudad, tenia una sensación de Deja Vu. Y es que caminar por Chicago o caminar por Nueva York, es casi la misma cosa. Edificios, gente a la prisa, Mc Donalds, turistas, teatros y taxistas. Y a igual que en Nueva York, empecé a sentirme claustrofóbico nuevamente. Tengo que salir de aquí...



Levante la mirada y la vi... mi puerta de salida. El edificio mas alto en el continente (mas alto que las torres gemelas) y el 3ro mas alto del mundo. Con la mandíbula por los suelos y con solo 90 minutos antes de que mi avión despegara a mi nuevo destino, tuve el primer gran dilema de este viaje. ¿Subo o no Subo?



La misma fuerza que hace que haga cosas que no debo, como tocar esculturas en los museos o comer tocino, hizo que entrara a la torre Sears con la posibilidad latente de perder el avión.



85 minutos... ta mare... avanza cola maldita!
80 minutos... un ticket de estudiante por favor...
78 minutos... muévanse!!!!
70 minutos... finalmente llegue al ascensor.
69 minutos... me he quedado sordo. 103 pisos en 60 segundos. Saca la cuenta de lo rápido que iba ese ascensor.


Aquí perdí la noción del tiempo... WOW!!! Que tal vista.



Disculpe, estando tan alto, ¿no han visto pasar por aquí a un hombrecillo en maya azul con tango roja volando por las ventanas?

54 minutos... hora de bajar
45 minutos... voy a perder al avión... y la cola para bajar es tan larga que no hay forma que llegue.
40 minutos... corre Luis... corre.... finalmente de nuevo en la calle, necesito buscar una estación de trenes.
35 minutos... ta mare! No encuentro mi ticket del tren... a comprar uno nuevo
30 minutos... vamos trencito... APURATE!!!
10 minutos... sacándome los zapatos, poniendo todo el contenido de mis bolsillos y mi mochila en las bandejas de colores para que seguridad en el aeropuerto revisara todo.
5 minutos... la puerta A7!!! A7!!! ¿Dónde estas?
1 minutos... Aquí esta mi pasaje... muchas gracias
0 minutos... despego el avión

próxima estación: Detroit