El festival del amor empieza por la mañana con un desfile de carrozas con DJ’s pinchando discos en el centro de la ciudad. Después de un par de horas, se hace una concentración masiva en el centro cívico, la plaza principal de la ciudad. Ahí un aproximado de 15 estrados diferentes tocan diferentes estilos de electrónica y la gente baila hasta que cae la noche.
Creo que mi primera señal de que algo no coordinaba bien conmigo fue al momento de llegar a la plaza la cual había sido cercada. Si bien siempre ha existido la política de donar 3 dólares para ingresar al recinto, esto se hacia de forma voluntaria no obligatoria. Este año la política de “donación” era la misma, pero había que pasar por una puerta de seguridad donde te “recordaban” de la donación para la cual pedían 10 dólares. Esto te daba derecho a 20 canciones en iTunes pero no explicaron que era solo para los primeros 10000, El resto no recibía nada.
Siempre vi a este festival como el residuo de las épocas hippie de esta ciudad. Un festival donde todo era amistad y compañerismo, pero la cachetada lucrativa que uno recibe al momento de entrar, me cambio un poco el animo. Nada grave, solo un golpe paradójico subconsciente.
Al caminar por los alrededores note que lo que en algún momento fue y tuvo el potencial de ser uno de los mejores festivales de toda la ciudad, se ha convertido en una excusa de fiesta alcohólica para menores de edad y pastrulos turistas. No se si es que me estoy haciendo viejo o es que el festival a cambiado. Tal ves siempre fue así pero nunca me di cuenta porque yo era una de ellos, pero este año me decepciones … y bastante.
Como estaba solo y fastidiado, decidí alejarme un poco del barullo de los parlantes y los disfraces escolares para irme al centro de la plaza y echarme con libro en mano (Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa) sobre el gras recién cortado. Me sentí un pingüino. Estas aves que en los meses crudos de invierno polar se juntan una contra otra formando una masa compacta para protegerse contra las inclemencias del clima. Esa fue la misma sensación que tuve al llegar al centro de la plaza y notar que no era el único. Además, descubrí que mientras mas pegado al suelo uno este, menos ruido podía escuchar.
- Tienes un cigarro?
- Si, aquí… ten uno o los que necesites.
- Gracias… ten, toma esto. No es mucho pero lo hice yo
- Gracias… que es?
- No lo se… lo que tu quieras
Con una nueva estatuilla de acero en la mano, seguí leyendo mi libro.
- Hey, te molesta el sol?
- No, la verdad es que no…
- Si quieres tenemos una sombrilla extra… o un poco de protector solar
- El protector solar suena bien, gracias
- Te ayudo a ponértelo…
- Ok
Y mientras llegaba al final del segundo capitulo del libro con la seguridad de que no iba a sufrir de insolación, cerré el libro y contemple un poco alrededor.
Durante los últimos años, el festival del amor significo para mi una oportunidad para ir a bailar y tomar en la calle. Este año pude ver las entrañas del festival y ver que en realidad se trata de un momentos para compartir con extraños. Toda la gente sentada alrededor mío tenían una predisposición de ayuda sin reciprocidad. había una sensación de calma y hasta silencio lejos de tanto barullo. Definitivamente era un pingüino en la colonia.
Ok, creo que el humo herbal proveniente de todas direcciones ayudo un poco a la sensación de relajo y tranquilidad. Pero de por si esta experiencia fue muy distinta. El Lovefest ya no es solo un motivo de fiesta, ahora este festival es un oasis de pingüinos como yo. Es un momento de sentirse en comunidad y compartir con los tuyos.
La Foto Posera a cargo del Sexagenario Impudico
Versiones Anteriores
Festival 2006 (Lovefest)
Festival 2005 (Love Parade)
Festival 2004 (Love Parade)
No comments:
Post a Comment