Este evento que conglomora a casi un millón de personas en las calles de San Francisco, es uno de los festivales mas importantes al cual asisten diversas personalidades del mundo político y la farándula norteamericana. San Francisco, la ciudad mas liberal de esta país, es sin duda testigo de los personajes mas peculiares y hechos pintorescos… y créeme, todos y mas, salen ese día a la calle en busca de diversión.
Pero a nivel personal, el Gay Pride significa algo distinto. Esta es la oportunidad mas grande que existe para difundir información sobre la lucha contra el VIH y el SIDA. Fue por eso, que un Domingo por la madrugada (léase 7 am), yo ya estaba dentro del tren rumbo a las oficinas principales del centro de salud para el cual hago voluntariado. Ahí nos esperaba el desayuno y las instrucciones necesarias para esta nueva aventura. Tendríamos que caminar un aproximado de 3 kilómetros, atravesando la ciudad de este a oeste, repartiendo repartiendo volantes, preservativos o cargando carteles informativos. Como buen ego maniaco, el cartel sonó mas interesante que andar repartiendo volantes.
Junto a cientos de personas, esperamos el inicio del festival. Durante casi 2 horas, estuvimos parados en la calle, adornando la clínica móvil con la que cuenta el centro y conversando con los otros participantes del festival. Lamentablemente, al hacer esto, uno no puede ver el total del evento ni ver la cantidad de personajes presentes. Sin embargo, Michelle tiene la habilidad de oler bomberos en cualquier entorno y situación. Y vaya que los encontró…
Era nuestro turno de marchar. Estaba un poco nervioso porque no sabia cual seria la reacción de la gente al cargar ese cartel por las calles. Además, como sea, yo soy un extranjero en este país y hacer comentarios respecto al mandatario de forma tan directa podría traerme problemas.
“Si solo los Bush hubieran usado un Condón” era el slogan de mi cartel. Y sorpresivamente, la gente se ponía de pie a aplaudir cuando leían el cartel que Michelle y yo compartíamos.
El total de la marcha se paso mas rápido de lo esperado. Entre aplausos y flashes, terminamos los 3 kilómetros extenuados y con dolor muscular en los hombros. Sin embargo, nunca había recibido tanta atención mediática ni popular en mi vida. La gente nos pedía fotos, nos extendían sus manos y no falto uno que otro que me hizo entrega de su teléfonos. Parte de la aventura.
Luego de almorzar y de realizar un poco de orientación con gente en la calle, decidimos ir a casa a dormir. Mi cuota de protagonismo y mi habilidad de lidiar con gente había llegado a su limite. Esto de andar en un solo espacio con un millón de personas logra aturdirte.
Algunos días después, un amigo me envía un breve email.
“Mira lo que encontré en la sección cultural del diario”
Y mis fotos????
L.
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